¿CÓMO EDUCAR A UN GATO?

Los felinos domésticos tienen un gran número de San Benitos sobre sus espaldas: ariscos, poco fiables, no educables… Nos vamos a centrar en la falsa creencia de que es imposible educar a un minino.

gato triste

Los felinos domésticos tienen un gran número de San Benitos sobre sus espaldas: ariscos, poco fiables, no educables… Nos vamos a centrar en la falsa creencia de que es imposible educar a un minino a través de los siguientes puntos:

  • ¿Es posible educar a un gato? Definitivamente, sí. Podríamos quedarnos en la simple, llana y contundente respuesta afirmativa. Lejos de ello, argumentaremos que muchos gatos pasean por la calle con sus propietarios, hacen sus necesidades en nuestras tazas del wáter, aceptan órdenes de todo tipo… Por tanto: Sí es posible educar a un gato.
Educar gato adulto
  • Debemos tener presente que un felino se rige por sus propios cauces mentales de especie: un gato no es un cachorro de perro, ni un niño pequeño, ni nada por el estilo. Para conseguir educar a un felino en las rutinas que creamos oportunas, debemos tener muy clara la idiosincrasia del animal que tenemos frente a nosotros, su comportamiento, costumbres…
  • Antes de empezar, debemos tener muy claro qué pretendemos conseguir: paseos con collar, evitar determinados comportamientos… Un gato puede hacerse el muerto ante un disparo con nuestro dedo, puede traernos cosas, obedecer a comandos como quedarse sentado, pero debemos pensar ¿para qué queremos que lo haga? Lo principal en la educación de nuestro gato es saber lo que queremos conseguir, por qué y para qué. Con esta reflexión previa evitaremos perder el tiempo y la paciencia (del racional y del irracional).
  • Es fundamental disponer de un “alumno” con un comportamiento equilibrado: que haya pasado suficiente tiempo con madre y hermanos (dos meses), que también haya socializado con personas y, por supuesto, con el entorno. La educación será mucho más complicada en animales que no hayan disfrutado de las pautas lógicas descritas. Será más complicado, ¡pero no imposible!
  • La educación debe comenzar desde el mismo instante en que el gato llega a su nuevo hogar. Si queremos que use un rascador y no los muebles de la casa, debemos educarle desde su llegada, al igual que el uso de la bandeja, ubicación de alimento y agua o la zona de juegos.
  • Al contrario que el perro, el gato no aprende tras la aceptación de lo que le propone el humano: un gato aprende porque le interesa, así de sencillo. Si el felino no encuentra atractiva, interesante o adecuada nuestra propuesta educativa, nunca realizará aquello que tanto ansiamos. Debe estar interesado por lo que pretendemos inculcarle, para lo que ha de estar despierto, premiado y no agobiado con excesivas repeticiones.
  • El gato aprende mejor con recompensas, con castigos conseguiremos más bien poco. Como ya hemos comentado, ha de estar interesado por el aprendizaje, si no lo está y además pretendemos castigarle, jamás conseguiremos lo que estamos buscando. Sin embargo, si hacemos atractivas las clases, y las adornamos con los más exquisitos premios y achuchones, nos daremos inmediatamente cuenta de que su aprendizaje está unido a las recompensas y halagos, totalmente alejado de las reprimendas de cualquier tipo.
Educar gato de paseo con arnés
  • Ante comportamientos indeseados (robo de alimentos, marcaje con orina, limado/marcaje de uñas en el sofá…) reprenderemos, como mucho, de forma indirecta (ruido fuerte o spray), con el fin de evitar que el animal asocie el castigo al humano. Si el animal asocia el castigo con nosotros, no realizará malos actos en su presencia, pero sí cuando no esté.
  • El uso del lecho absorbente por parte del cachorro viene prácticamente grabado en su memoria, por lo que si no utiliza su W.C. de forma inmediata, es previsible que reforme su conducta en pocos días. Si aun dando un tiempo prudencial se mantiene el problema, te recomendamos que se lo consultes al veterinario.
  • Para enseñarle cosas consideradas para perros como “sentarse” o venir hacia nosotros, necesitaremos paciencia, palabras cortas, repetición y premiar (comida o caricias) su obediencia. Sin embargo, no nos engañemos: es un gato. Si no le apetece hacer caso y no obtiene recompensa, no obedecerá la orden aunque tenga perfectamente claro lo que le estamos proponiendo.
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